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domingo, 7 de febrero de 2010

1.- LAS ULTIMAS HOJAS (Catarroja descuberta)

Hace ya muchos años que dejó de fabricarse unos librillos de papel de fumar, creo que la marca era BAMBU en los que, al final y para que al fumador no le cogiera desprevenido, una hoja en rojo le decía: AVISO: QUEDAN 5 HOJAS. En los trenes actuales, una voz femenina nos indica la próxima estación de parada y el pueblo de la siguiente hasta que llega una en la que a su nombre añade: Fin del trayecto.



Sentí desde la infancia una gran afición por la literatura. Dotado de una excelente memoria aprendía, con muy escasas lecturas, cualquier poesía que entendiera. No tendría más que siete u ocho años registré en mi cerebro, de principio a fin, íntegramente, el Tenorio de Zorrilla. De La Vida es Sueño, de En Flandes se ha puesto el Sol, de Fuenteovejuna, memoricé aquellos trozos que me parecían más interesantes. Las rimas de Bécquer, poesías de Ruben Darío, de Espronceda, todo quedaba en mi recuerdo cuando fijaba, aunque fuera brevemente, en ello mi atención. Años después, ya en la adolescencia, me tentó la escritura: dejar constancia de cualquier acontecimiento que me hubiera impresionado. Nunca intenté escribir una novela, ni siquiera lo pensé, convencido de que para ello es necesaria una imaginación de la que carezco. Escribí, muy joven, una obra de teatro, que encontré recientemente, cuando ya la tenía olvidada. La rompí aceleradamente. No pude soportar el rubor por haberla escrito.



Manfredo Monforte Soler, amigo desde la infancia, que tiene escritos tres libros, dos de ellos con más de un tomo, me incitó más de una vez a que, dados los avatares de mi vida, especialmente mis vivencias consecuentes a la guerra civil española, escribiera mi autobiografía. Pensé que mi vida podía tener algún interés para mis familiares y para algún amigo que me aprecie, pero para nadie más. Ultimamente me decidí a escribir, movido por la indignación que me produjo la publicación de un libro, escrito por un catalán, que reniega de ser español, en el que trata de la historia de Catarroja en el periodo de la guerra civil. Según don Agustín Colomines i Companys, Catedrático de historia de una Universidad catalana aquello fue poco menos que un Edén, que tenemos que agradecer a los próceres anarquistas locales. Así cubre ese señor, con descaradas falsedades, aquella etapa que tan trágica resultó para todos los pueblos y ciudades de España, incluida Catarroja. Esta es la razón primordial de que uno de los que sufrieron aquellos horrores, escriba un libro, descubriendo las falsedades del señor Colomines. Lo subtitulo por ello Catarroja descuberta, esa frase tan conocida en toda la región valenciana y cuyo origen nadie ha podido explicar. En cuanto a la primera parte del título “Las últimas hojas,” bien claro está: la hoja roja de mi Bambú está al caer, si no es que ya la pasé y se me ha olvidado. Con mis 85 años presiento ya que mi próxima estación es la del fin del trayecto.






Un viejo precepto dice, más o menos, que todo español debe engendrar un hijo, plantar un árbol, y escribir un libro. Tuve tres hijos, y participé en la plantación de miles de naranjos. Faltaba el libro.

1 comentario:

  1. http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=1291&p=Eduardo%20Marquina&t=En%20Flandes%20se%20ha%20puesto%20el%20sol%20(fragmento)&o=Adolfo%20Marsillach

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